Fotones
- Beatriz Eduarte
- 21 ene 2020
- 2 Min. de lectura
Fotón: dícese de cada una de las partículas que, según la física cuántica, constituyen la luz y, en general, la radiación electromagnética.
¿Qué sucedería en el caso de hallar pruebas y resultados en relación a la posibilidad cuántica de viajar no sólo en el espacio y en el tiempo físico y “real”, como se descubrió a finales del 2019, sino también en el plano de la consciencia y la mente humana? A lo largo de la historia de la ciencia y la psicología, e incluso parapsicología, médicos y psiquiatras como Raymond A. Moody o Brian Weiss, entre otros, pusieron en entredicho su reputación y su carrera con el objetivo de demostrar que la mente, pese al desconocimiento sobre ella que todavía nos obsesiona, es capaz de ofrecer un abanico de posibilidades a la hora de romper con los esquemas del tiempo y el espacio en el que nos movemos.

Ambos médicos realizaron sus observaciones por medio de técnicas bien similares en cuanto al procedimiento. Por ejemplo, ambos hicieron uso de la relajación en sus pacientes con el fin de llegar a un estado de trance o condición y predisposición de la mente de cara a la obtención de cierta información que nos es vetada, bien por la lógica, o bien por el raciocinio que nos invade durante las horas de vigilia. Sin embargo, cada día sale a la luz una nueva noticia sobre la relatividad cuántica. Sobre los diversos comportamientos de elementos físicos que rompen con las leyes más ortodoxas que algunos científicos se han preocupado por defender a capa y espada, descartando y rechazando aquellas otras investigaciones que se alejan de la ciencia, la medicina y la física más tradicional. ¿Por qué? ¿Por miedo a lo desconocido o por miedo a tener que reconocer que, al fin y al cabo, lo que nos sucede no sólo ocurre en nuestro interior, sino también en el espacio exterior?
Cuando soñamos, ¿no rompemos los límites que marcan el ritmo del tiempo? ¿No lo ralentizamos e incluso directamente lo suprimimos? Las pulsaciones de nuestro organismo disminuyen, la respiración se hace más pausada y el cerebro, no cesa a la hora de mandar, recibir ni procesar información. Durante el sueño, damos paso a un nuevo mundo de manera inconsciente, donde posiblemente la luz y las ondas electromagnéticas que interactúan en nuestro cuerpo toman direcciones que en el plano consciente quizá rechazaríamos. Se abren los impulsos más íntimos y el subconsciente toma el control del dónde venimos y del hacia dónde vamos…
Sea como fuere, en el momento en que la ciencia abrace sin tapujos ni censuras lo que acontece tanto dentro, como fuera de nosotros es muy probable que entre las incógnitas que giran en torno a la relatividad del tiempo defendida por Einstein, vaya filtrándose un rayo de luz y claridad en relación a los planos en los que real y existencialmente supuestamente vagamos.
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