Vuela

"Vuela...", me dijeron. Sin embargo, nadie me había enseñado, ¿cómo iba a volar entonces? "Vuela", repitieron.

"¡Vuela!", insistían una y otra vez convencidas de que podía volar. Pero..., yo nunca había visto volar. ¿Cómo se vuela? ¿Qué pasos hay que seguir para volar? ¿Puedo volar?

Mil preguntas venían a mi mente.

"Vuela. Déjate llevar. No pienses, SIENTE. Siente el aire. SIENTE que eres aire. Sino, nunca aprenderás. Nunca volarás, ni surcarás los cielos y mares que están esperando tu llegada. ¡Vuela!"

De modo que eso intenté. Aunque para lograrlo, debía cerrar los ojos y así lo hice.

A pesar de la oscuridad, comencé a tener una extraña sensación. Sentí cómo mis pulmones se recargaban con aquella brisa que rozaba mi cuerpo. Sentí cómo cada latido incontrolado de mi enloquecido corazón, iba volviéndose más lento, más pausado. Sentí, y sentí que ya no había suelo.

Abrí los ojos.

No podía creerlo... ¡Lo había conseguido! ¡Lo había logrado! ¡Tenían razón! Miré a mi alrededor y observé que no estaba sola. Había muchas más junto a mí, ¡siguiéndome! Volando al ritmo que iba marcando con las alas. ¡Con mis propias alas! ¿Acaso era un sueño? ¿Un sueño real? "Imposible", me dije. No podía ser un sueño. En un sueño, no SIENTES de esa forma. En un sueño, no SIENTES que eres aire porque en los sueños, ¡no corre el aire! ¡Era real!

¡Estaba volando entre dos cielos!

Una de ellas se acercó y susurró, "como es arriba, es abajo. No tengas miedo. No dejes de agitar tus alas con fuerza. Sigue volando como ahora. ¡VUELA!". Se marchó, y fue en ese momento, fue a partir de ese preciso momento, cuando lo comprendí. Comprendí que ya nunca pararía. Comprendí que jamás cesaría mi vuelo porque realmente PODÍA volar... ¡SABÍA VOLAR!

Déjate llevar...

¡VUELA!